Desde ese día
Una mañana cualquiera, se abrió tu ventana,
abriste también la puerta, para que ella entrara.
Cándida saludó tu alma
volviste a sentir alegría
después de tanto tiempo
lágrimas antes vertidas te parecieron falsas, vanas.
Sonreíste y te envolviste la piel en suaves pétalos
que ella cada día te dejara.
Llegaba la juventud otra vez,
no preguntaste cómo estaba,
nunca averiguaste si era feliz o si era amada.
Lo diste por hecho y callaron tus palabras.
Ella te dio todo, desde ese momento
te fundiste a sus entrañas.
Así vives cada mañana soñando
esperando volver a encontrarla.
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