La mujer del vestido rojo; de madrugada caminaba
descalza, con sus zapatos en la mano.
Caminaba por en medio de la calle, a sus espaldas
quedaban el dominio, la insensatez, la tírania.
Una casa con jardín y chimenea.
Hacía delante, la libertad,la soledad y las manos
vacias.
Ella caminaba a lo desconocido.
A su reencuentro.
A cantarle canciones a su niña triste, acariciarle
el rostro y regalarle sonrisas.
Su niña se reencontró en la niñez de azucenas
y cuncunas de atardecer.
De ahí la mujer de rojo vestido, se fue navegando
a otras tierras, aguas, gente.
No existe nadie igual a otro.
Cada cual es dueño de su comedia.
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