Esta temeridad
de amarte hasta la muerte
es el último deseo
de un corazón valiente.
Este vivir muriendo
por amarte tanto
en los rendidos brazos
de un amor enajenado,
es tener esta fátiga
fluyendome en las venas,
sentir cómo
me está matando,
el quererte es padecerte
encontrando en el dolor
un sublime encanto.
Esta tirana necesidad
de morir amando,
dónde la tristeza
se hermana con el alma,
me dá la percepción
casi perfecta
de que el final
de los excesos
de un amor
que se lleva
hasta en los huesos
corona los besos
con calvarios
y envuelve
las caricias en sudarios...
No habrá Resurrección para mí.
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