Vengo de cielo abajo
con mi mano de hierba,
buscando un verbo
que me lleve a la salvación.
Mi niña azul necesita
encender bengalas de regreso.
Es una quimera la libertad,
una carta de amor extraviada.
He dejado huellas
de canciones viejas,
y estoy, mujer espejo,
mordiendo el pan del frío.
Necesitan mis dedos
ejercitar la ternura,
está vacío el cofre
de las caricias que me dieron.
Mi letra es lo que soy
los que queden dirán cómo fuí.
Resucita la cruz de mi carne,
en la mañana seré ventisca y trueno.
el Lunes, 07 de noviembre de 2011, 9:58
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