Cuando sentimos descontrol
nuestras venas brotan rebeldes,
la sangre se congela, dilata, y fusiona;
el corazón palpita,
la vista se nubla;
la sonrisa, el llanto, la ira;
todos a la vez afloran de nuestro pecho
y viajan nuestro cuerpo
como serpientes sedientas de pasión.
Nos abraza la mente y nos transporta
al planeta silente donde a la deriva,
sentimos que sólo el corazón late…
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